Tengo que reconocer, humildemente, que hoy es uno de esos días en los que no me siento cómodo en la homilía; porque la fiesta de la Sagrada Familia pide hablar de la familia cristiana y un servidor, por propia vocación y convencimiento, pues puede hablar desde la experiencia de hijo, pero nada más. Por eso es uno de los días en los que más me cuesta preparar la homilía.
Y es que en el momento actual
que vivimos, la institución familiar ha pegado unos bandazos tremendos...
tremendos. Y no quiero ni voy a entrar en detalles. Pero tengamos claro que
cuando la institución matrimonial y la familia entran en crisis, es la misma
sociedad la que enferma. Por eso hoy necesitamos poner todos los medios a
nuestro alcance, empezando por la oración, que aunque parezca inútil, es el más
efectivo, para sanar las heridas y mostrar al mundo las posibilidades de la
familia cristiana como verdadero hogar que acoge, acompaña y sana, y es fuente
de gozosa felicidad.
Por eso la Iglesia sigue
presentando, a pesar de todas las críticas que se le puedan hacer, el modelo
tradicional de familia como el único querido por Dios, y para ello nos propone
el ejemplo de la Sagrada Familia como el ideal de familia cristiana.
Pues bien, la liturgia de hoy
nos invita a mirar sin complejos a la Sagrada Familia de Nazaret. La miramos
para aprender de ella. Pero también la miramos para invocar su protección sobre
el matrimonio, sobre la educación de los niños, la defensa de la vida, la
felicidad del hogar...
Y como estamos en el año de
San José, qué mejor que acudir a san José, cabeza de la Sagrada Familia, y
patrono de esa gran familia de los hijos e hijas de Dios que es la Iglesia, para
pedir que mantenga a todas nuestras familias en la paz y en la gracia de Dios,
y enseñe el buen camino a todos los que se han desviado.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, bienvenid@ a Abril Romero. Deje su mensaje o saludo.