
El Evangelio de hoy presenta una nueva andanada de Jesús
contra los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, quienes eran las máximas
autoridades morales del pueblo judío. En él, vemos como Jesús nos habla de dos
hijos que tienen un comportamiento diverso ante su padre. El primero dice “sí”
a las órdenes de éste, pero no las cumple, no hace nada; en cambio, el segundo,
de primeras dice “no”, pero luego, a la hora de la verdad, se arrepiente y
obedece a su padre.
Pues bien, Jesús dijo esta parábola para desenmascarar la
actitud hipócrita de aquellos que tenían sus ideas fijas sobre Dios y se
negaban a aceptar la voluntad divina cuando ésta les salía al paso en
Jesucristo. Se creían seguros de la salvación por ser hijos de Abraham, por su
observancia de la ley, por sus méritos, y rechazaban a Cristo porque perdonaba
a los pecadores, abriéndoles las puertas de la salvación, porque presentaba un
Dios justo, que no justiciero; un Dios bondadoso, que perdona gratuitamente a
los que se acogen a su misericordia. Por eso Jesús afirma que los publicanos y
las prostitutas preceden en el Reino de los cielos a muchos que se tienen por
buenos y santos.
¡Pero ojo!, ojo porque Jesús no justifica que los actos de
los publicanos y las prostitutas en cuanto tales sean buenos, que no lo son;
sino que Jesús afirma que los publicanos y las prostitutas van por delante de
los fariseos porque creyeron a Juan, es decir, porque estuvieron dispuesto a cambiar de vida y comenzaron un camino de
conversión y de redención.
Y es que el camino de salvación es un camino de continuas
segundas oportunidades, un camino de conversión y de gracia, un camino
siguiendo a Jesús. Por eso que Jesús condena en toda regla la hipocresía y la
soberbia de quienes, refugiados detrás de sus palabras solemnes y de sus roles
sociales indiscutibles y de prestigio, obran de modo contrario al que predican
y juzgan a los demás con una extrema dureza, mientras que con cualquier cosa se
justifican a sí mismos. Mirad, el moralismo es un mal sin remedio que afecta a
todos los extremos. Afecta por un lado a los “puritanos”, y por el otro a los
“tolerantes”. A los “puritanos” porque no toleran no ya que uno se salte las
normas, sino que no toleran a nadie que se las saltes. Pero también afecta a
los “progresistas”, a los “tolerantes”, porque no soportan ni aceptan a nadie
que no cuestione los códigos establecidos y reaccione contra ellos. Así que,
los unos por los otros, la casa sin barrer; porque tanto unos como otros están
siempre aplicando su recetario particular, su código de comportamiento
personal.
Vamos a pedirle, pues, a la Virgen María, que nos ayude para
que tengamos entre nosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús, de forma
que seamos capaces de vivir con sencillez y humildad, sin creernos con derecho
a juzgar a los demás con la superioridad de quien no reconoce sus propias
incoherencias.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, bienvenid@ a Abril Romero. Deje su mensaje o saludo.