
Y es que dar
testimonio de Cristo tiene sus riesgos y compromete a beber el cáliz, incluso
con el peligro de dar la vida, como le ocurrió al apóstol Santiago, que anunció
a Jesucristo no solo con la palabra; sino también con el martirio.
Por eso hoy,
fiesta del Santo Apóstol, y patrono nuestro, es un día para recordar que la fe
que confesamos es también la fe que hemos de profesar y testimoniar. Somos
cristianos ¿no? Pues entonces no podemos disimular lo que somos. No puede haber
ruptura entre una vida cristiana en privado y una vida pagana en público. Si
creemos... se nos ha de notar. Como decía san Pablo «también nosotros creemos y
por eso hablamos», por eso no podemos callar y hemos de hablar cristianamente,
hasta por los codos. Es preciso que se note en todas partes que creemos en
Jesús, que somos fieles el Evangelio que llegó por la predicación del Apóstol Santiago
a nuestra vieja pie de toro.
Así pues, en
este momento de la historia que nos toca vivir, es importante que los
cristianos recobremos el talante de genio fuerte, beligerante y audaz de Santiago
y de los primeros cristianos, de los mártires, que nos recuerdan que «hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres». Por eso que hemos de meternos en la
mollera que ya va siendo hora de salir del templo y de dar la cara por Jesús y
el Evangelio sin acobardamos ni avergonzamos de nuestra condición de creyentes.
Hoy Santiago nos
convoca a superar los miedos y los respetos humanos, y afrontar con iniciativa
y visión amplia la situación que nos toca vivir. Nos invita a tener paciencia y
a confiar en que la gracia de Dios realizará en nosotros lo que realizó en él,
haciéndonos testigos valientes del Evangelio.
Pidamos hoy que
Jesús derrame sobre nosotros su Espíritu Santo, como lo derramó sobre Santiago,
para que nos convierta en verdaderos discípulos y apóstoles suyos en este
momento tan importante y crucial de la historia.
Y, como no, no
nos faltará la ayuda y la protección de la Virgen María, quien ante las
dificultades y desánimo de Santiago tuvo que venir hasta las orillas del Ebro
para darle ánimos y asegurarle que su esfuerzo no sería en vano, y que España
no solo abrazaría la fe, sino que la conservaría y difundiría con ardor. Así
que no nos acobardemos ante las circunstancias, los problemas y las
dificultades. Tenemos la promesa de la Virgen y la intercesión del Apóstol.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, bienvenid@ a Abril Romero. Deje su mensaje o saludo.