
Y es que la Transfiguración nos presenta el horizonte, el
sentido y la finalidad que tiene este camino cuaresmal que estamos realizando,
que, como sabemos, no está exento de sacrificios y de luchas interiores, por la
terquedad del hombre viejo, que se resiste a dar paso a la novedad de una vida
llena del Espíritu de Jesús.
Mirad, el camino “penitencial” y de conversión que iniciamos
el Miércoles de Ceniza no tendría sentido si su punto final no fuese el vivir
en plenitud el triunfo de la vida y gozar del sí definitivo de Dios en la
resurrección. Esta es la experiencia que viven Pedro, Santiago y Juan, a
quienes Jesús manifiesta su gloria para que tengan la fuerza de afrontar el
escándalo de la cruz que está por acontecer.
Y nosotros, como
Pedro, Santiago y Juan, también tenemos que escuchar la voz del Padre que nos
invita a escuchar y seguir a Jesús. La Cuaresma es un tiempo especial para
poder leer y escuchar la Palabra de Dios. No lo desaprovechemos; pues en la
Palabra de Dios es Dios que nos habla al corazón. Por eso que será importante
saber escuchar a Dios, como Abrahán, como Pablo, y como tantos otros que han
hecho de la Palabra de Dios su norma de vida. Prestémosle, pues, atención a la Palabra de Dios, leámosla bien, escuchémosla
con el corazón abierto, y dejémonos renovar interiormente por ella,... y toda
nuestra vida se transfigurará.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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